Aporte de R.Bieberach
PARA
PAPPPPPPPPPPPPPPP
VALORACION DE LA INVESTIGACION QUE
DESARROLLA
Introducción.
En este momento usted cuenta con un
tema de investigación sobre el que ha estado trabajando. Ha planteado el
problema, los objetivos, la hipótesis, un marco teórico y elementos del marco
metodológico.
En esta asignación se requiere que a
la luz del documento que se adjunta, usted haga una valoración de los avances
de su trabajo y presente un informe muy puntual indicando además, lo que tiene
pendiente.
LOS NIVELES DE LA INVESTIGACIÓN CUANTITATIVA EN CIENCIAS SOCIALES[1]
1. Introducción
Como ocurre en las ciencias exactas,
cuando un investigador se propone demostrar una idea acerca de un fenómeno del
mundo social, su esfuerzo debe concentrarse en demostrar que sus hipótesis
gozan de cierto nivel de verdad y que los procedimientos que ha usado para
demostrarlas han sido válidos y fiables. De este modo, el investigador deberá
recurrir al uso de estrategias científicas para la contrastación de
hipótesis.
Estas estrategias son un conjunto de
mecanismos de reflexión, exposición y experimentación que conducen la
elaboración por un camino sistemático de verificación. Una serie de pasos y
criterios de actuación que llevan a demostrar la veracidad de las afirmaciones
a una determinada audiencia científica. En términos generales, pueden dividirse
en dos niveles, que varían, básicamente, en función del modo en que el
investigador se aproxima al objeto estudiado. En el primer nivel, el
acercamiento se realiza por medio de conceptos, ideas y teorías; en el segundo,
a través de experimentos y técnicas de medición.
En ambos niveles, se trata de poner
a prueba una misma hipótesis para un mismo objeto de estudio. Con todo, los
recursos que usamos para demostrarla son completamente distintos. En el
primero, la estrategia de verificación es conceptual y tiene lugar en el orden
de la teoría. Allí, la información de que nos servimos es de carácter secundario,
basada en la revisión de ideas generadas por otros autores o en nuestra propia
capacidad reflexiva. En el segundo, por el contrario, nuestra estrategia es
empírica y se funda en el uso de datos de carácter primario, esto
es, en la observación directa de la realidad que pretendemos estudiar.
Sin dudas, ambas aproximaciones
pueden combinarse. Un trabajo de carácter mixto implicaría, primeramente, una
etapa de reflexión teórica que sentaría las bases para una segunda etapa, centrada
en su observación y experimentación empírica. En el ejercicio de la
investigación, de hecho, ambos niveles se suelen usar de forma vinculada,
siempre con el objetivo de promover una contrastación mucho más sólida de la
hipótesis que se pretende demostrar.
Cuando se redacta el trabajo de
investigación, estos dos niveles cristalizan en sendos bloques discursivos, que
ocupan una parte destacada del cuerpo principal. El primer nivel, el de la
teoría, se expresa en podemos llamar estructura lógica, esto es, la
serie articulada de conceptos, postulados y definiciones que precisan los
aspectos teóricos del objeto estudiado. El segundo nivel, el de la empírea, se
manifiesta en lo que suele llamarse el diseño metodológico, es
decir, el conjunto ordenado de actividades, técnicas y procedimientos
utilizados para aplicar los conceptos teóricos, desarrollados en el primer
nivel, a los fenómenos tal como se presentan en el mundo real. La figura
1 esquematiza estos dos niveles de aproximación.
Figura
1. Los dos niveles de aproximación para la contrastación
de hipótesis.
2. La estructura lógica
El esqueleto de conceptos teóricos
definido en la primera instancia de un trabajo de investigación conforma lo que
aquí llamaremos su estructura lógica. Se trata de una serie de
etapas compuesta por conceptos, postulados y definiciones, que se orientan a
presentar la o las hipótesis que se intentará contrastar por medio de la
investigación. Estos conceptos se constituyen a partir de la observación de lo
real y de la abstracción de sus características estables y recurrentes. A su
vez, requiere del acceso a fuentes secundarias de información, esto
es, el conjunto de textos y datos generados por autores validados por la
comunidad científica.
La exposición de las etapas que forman
la estructura lógica de un trabajo debe respetar el orden lógico en que se
dieron durante el ejercicio de la investigación, que no necesariamente se
corresponde con su sucesión temporal. La tarea fáctica de la investigación
suele ser más bien un proceso desordenado; o, mejor dicho, pueden ocurrir en su
desarrollo muchas etapas de forma simultánea y enlazada. Hay que tener en
cuenta, además, que su disposición puede variar de acuerdo al género y al tipo
de trabajo en que se enmarquen, y en función de la entidad académica que
evaluará el trabajo.
A grandes rasgos, estas etapas
suelen ser siete: la definición de un objeto de estudio; la
formulación de una pregunta de investigación, la exposición de
una hipótesis, la enunciación de unos objetivos, la
elaboración de un estado de la cuestión, la construcción de
un marco teórico, y, por último, la elección de una metodología que,
como veremos, sienta las bases para el desarrollo del diseño
metodológico. La figura 2 esquematiza las relaciones que
se establecen entre estos siete componentes de la estructura lógica.
Figura
2. Componentes principales de la estructura
lógica de un trabajo de investigación.
2.1 El objeto de estudio
En primer término, el trabajo de
investigación debe delimitar un objeto
de estudio, que nace del recorte arbitrario y acotado de un aspecto de
lo real.[1] Se trata de la demarcación de
un hecho, fenómeno o proceso específico, con pertinencia temática y relevancia
científica, que debe ser abarcable por medio del esfuerzo que se propone
realizar. Definir un objeto consiste en delimitar
un área temática, un tema general y un tema específico, siempre dentro del
campo disciplinar en que se indaga, y en seleccionar, a partir de ello, un
aspecto preciso que será sometido a estudio. Como se ve en la siguiente figura
(figura 3), se trata de una serie de
grados de abstracción que transita desde un punto de vista amplio y
genérico a una perspectiva restringida y puntual. En el último casillero, se
ubica el objeto que será abordado por la investigación.
Figura
3. Niveles de abstracción para la definición de un objeto
de estudio.
El objeto debe ser recortado con especial
cuidado, puesto que, si resulta demasiado extenso, dará lugar a una
investigación superficial; y si es muy acotado, producirá un estudio hondo,
pero poco abarcador. Debe ser, por ende, apropiadamente amplio y, a la vez,
suficientemente profundo. Como tal, debe dar lugar, primero, a una
investigación empíricamente realizable que logre considerarlo en todas sus
dimensiones constituyentes; y, segundo, a un análisis que permita extraer de él
unas conclusiones relevantes, de modo de que las capas que lo conforman sean
indagadas con el mayor detalle posible.
Un mismo objeto asume diversos niveles
de abstracción. La destreza del investigador reside en su capacidad de
definirlo por medio de términos tan precisos como le fuera posible. En la
calidad de esta definición, descansará la estructura completa del trabajo;
todos sus componentes y pasos posteriores, incluso la enunciación de sus
conclusiones, podrán variar significativamente conforme se modifique esta
distinción inicial.
2.2 La pregunta de investigación
Una vez definido el objeto, debe detectarse en él un problema. Esto
implica reconocer la existencia de una incógnita, incertidumbre o punto oscuro,
o de un cierto nivel de conflicto, antagonismo o desacuerdo alrededor del hecho
o fenómeno abordado, que se expresa, en todos los casos, a través de una pregunta
de investigación. Enunciarla supone aceptar tres cosas: primero, que en
ella se declara la existencia de un problema; segundo, que la solución a dicho
problema no se conoce y es relevante conocerla; y, por último, que el[WU1] trabajo propuesto podrá echar luz
en la búsqueda de tal solución.
Una pregunta de investigación se
diferencia de una pregunta genérica en tanto que tiene un carácter específico:
debe ser susceptible de respuesta. Pero no solo ello. A su vez, debe poder ser
respondida por medio de una investigación, es decir, de la observación metódica
de la realidad. En particular, ha de ser posible responderla por medio de la
investigación que proponemos realizar, de modo que, cuando formulamos una
pregunta, estamos realizando una promesa implícita que consiste en suponer que
contamos con los recursos necesarios para abordarla. Así, pues, debe tenerse en
cuenta que nuestro trabajo, aunque no logre resolver el problema en un ciento
por ciento, sí al menos tiene que poder aumentar la probabilidad de su
solución.
Como ocurre con el objeto de
estudio, la pregunta de investigación puede asumir diversos niveles de
abstracción. Aquí, nuevamente, la habilidad del investigador reside en
formularla de manera clara y precisa, recortando el problema particular
detectado en el objeto, y usando cada término del modo menos ambiguo posible.
Una pregunta bien redactada, abarcadora y puntual a la vez, permitirá construir
un trabajo sólido y consistente, de forma tal de que, cuando se haya concluido
su desarrollo, el discurso pueda ser comparado, a modo de respuesta, con el
interrogante que disparó su ejecución.
La pregunta, expresada como tal con
signos de interrogación, no debe aparecer necesariamente en superficie textual,
aunque se recomienda su declaración explícita, en especial en trabajos
presentados ante un tribunal evaluador. En todos los casos, sin embargo, la
pregunta de investigación, se haga o no presente en el texto, deberá poder
reconstruirse a partir de la formulación explícita de su respuesta, que no es
otra cosa que la hipótesis de trabajo.
2.3 La hipótesis
En un plano metodológico, una hipótesis es una
proposición que puede ser sostenida mediante pruebas y razonamientos apropiados
(Sabino 1994). Se trata de un enunciado presentado en tono afirmativo que se
propone como respuesta a la pregunta de investigación. Como tal, se supone que
explica, aclara, responde o soluciona el problema formulado. Una hipótesis
es una afirmación, aún no verificada, que se refiere a una de las dimensiones
que componen el objeto. La investigación que sigue a su enunciación se
construye precisamente con el propósito de ponerla a prueba. Se suele hablar,
así, de hipótesis de trabajo, en tanto que herramienta metodológica
que usa el investigador para dirigir su investigación.
Las hipótesis no son buenas por que
se comprueben, sino por el modo en que están formuladas y por el hecho de que
arrojan luz sobre un conjunto de fenómenos oscuros o poco claros. Una hipótesis
que se rechaza puede ser incluso más relevante que una que se verifica, en
tanto que su refutación puede dar lugar a otros trabajos de mayor alcance, o a
una reformulación teórica sobre cierto aspecto que se consideraba estable y
conocido. La calidad de las hipótesis se mide, así, por la originalidad y
claridad con que proponen una nueva explicación o interpretación de los
fenómenos.
A grandes rasgos, una hipótesis
define una relación lógica entre variables de investigación, a
saber: una o muchas variables independientes que explican el fenómeno –el explanans–
y una o muchas variables dependientes que componen el fenómeno que se busca
explicar –el explanandum–. Se asume, en principio, que la variable
independiente ejerce una cierta influencia sobre la dependiente, en tanto que
una modificación en alguno de sus parámetros genera cambios en los de la otra.
En la formulación de la hipótesis ha
de buscarse implicar, de modo ordenado y exhaustivo, la mayor cantidad de
variables que participen en el objeto de estudio, de forma tal de proponer,
para cada una, un lugar definido en la relación. Deben así plantearse, por una
parte, los supuestos metodológicos y las variables contextuales,
que son los fenómenos que damos por sentado y que deben ser verdaderos para que
la hipótesis se cumpla; las variables condicionales, que influyen
sobre la variable independiente, sin cuya presencia no podría darse la
relación; las variables intervinientes, que inciden de forma
secundaria en la relación entre la variable independiente y la dependiente; y,
finalmente, las variables independientes, que suponemos explican el
fenómeno observado, y la variable dependiente, que es el fenómeno,
en sí mismo, que nos proponemos explicar.
El esfuerzo, dado este esquema,
radica en aislar las variables que entran en juego, reconocer su rol funcional
en la relación y definir para cada una un modo preciso y objetivo de medición.
Dadas estas definiciones, podrá plantearse, pues, una hipótesis relacional
correctamente definida que, en definitiva, no es otra cosa que la declaración
de un tipo de relación lógica entre las variables de investigación dados
ciertos supuestos metodológicos y ciertas variables contextuales, condicionales
e intervinientes.
En el caso de las hipótesis descriptivas o interpretativas,
que se asocian a trabajos monográficos o de integración final, e incluso a
tesis o tesinas exploratorias de talante no explicativo ni argumental, no se
busca plantear relaciones explicativas, causales o correlaciones entre grupos
de variables, sino que se trata de identificar las características que
constituyen a un fenómeno o de interpretar el modo en que un hecho es percibido
o expresado por los individuos que participan en él.
2.4 Los objetivos
El cuarto paso consiste en la
formulación de los objetivos, definidos como los conocimientos que
podrán obtenerse mediante la investigación del objeto de estudio. Por ejemplo,
pueden orientarse a resolver un problema cognoscitivo en particular o a aportar
evidencia empírica o metodológica para probar o refutar una teoría. Los
objetivos representan una continuación lógica del planteamiento de la pregunta
de investigación y de las hipótesis de trabajo, y pueden dividirse entre
objetivos generales o primarios, y específicos o secundarios.
Los objetivos generales indican,
de forma global, a dónde se quiere llegar con el trabajo; los específicos,
por su parte, desglosan las dimensiones del problema de investigación. Tanto unos
como otros, tienen que estar expresados con claridad y ser razonablemente
alcanzables por medio del trabajo propuesto. Deben redactarse en tiempo
infinitivo (‘determinar’, ‘analizar’, ‘verificar’, ‘examinar’, ‘describir’,
‘cuantificar’, ‘diagnosticar’, ‘explorar’, etc.) y estar expresamente dirigidos
a la obtención de conocimientos y resultados académicamente relevantes. Cuando
se redactan las conclusiones del trabajo, éstas se pueden comparar con los
objetivos iniciales, a fin de saber cuáles puntos han quedado contemplados y
cuáles han quedado sin resolver y requieren, por lo tanto, de una
reformulación.
En la etapa de presentación de
objetivos, puede incluirse también una justificación del trabajo,
esto es: un análisis de su alcance, finalidad y relevancia (qué valor
académico, social o comercial aportará) y un estudio de sus públicos de interés
(a quiénes servirá). La justificación de la investigación puede ubicarse en
diversos puntos del trabajo y depende de la importancia que tenga dentro del
texto como un todo. Este aspecto puede resultar central en trabajos de
investigación que hayan sido financiados por instituciones científicas, pero es
recomendable declararlo explícitamente en todo tipo de esfuerzos. Hay que
recordar que el valor del trabajo reside en gran parte en la pertinencia y
relevancia que tiene dentro de la disciplina en la que investigamos.
2.5 El estado de la cuestión
El quinto paso de una investigación
social relativamente extensa consiste en el desarrollo de un estado del
arte o estado de la cuestión. Se trata de una recensión
exhaustiva de todo aquello que se ha escrito previamente respecto del objeto
elegido y supone, en tanto, una reseña y discusión teórica de las respuestas
que otros autores han dado a nuestra pregunta de investigación. El estado del
arte se construye por medio del arqueo bibliográfico de los materiales teóricos
y metodológicos disponibles. Técnicamente, toma la forma de fichas de
lectura, documentos ordenados y breves que extraen los aspectos centrales
de cada pieza revisada.
El estado de la cuestión permite
precisar, aislar y desambiguar los aspectos relevantes del fenómeno estudiado,
a saber: sus variables dependientes e independientes, sus factores
determinantes, sus mecanismos causales, sus conceptos y nociones primarias, sus
supuestos metodológicos, sus marcos y enfoques explicativos e interpretativos.
En esencia, un buen estado del arte ofrece un análisis de los acuerdos y
desacuerdos que existen, respecto del objeto recortado, entre las distintas
piezas de la literatura disponible.
La exposición exhaustiva de un
estado del arte da lugar a los dos últimos pasos del trabajo: la definición de
un marco teórico y de una metodología. Pero, a su
vez, puede promover una reformulación de la pregunta de investigación, de la
hipótesis y de los objetivos generales. Realizar correctamente este paso evita
el estudio innecesario de temáticas ya investigadas o que carecen de
interés académico; representa, en este sentido, un mecanismo de control sobre
nuestras propias limitaciones (Sabino 1998).
2.6 El marco teórico
El marco teórico, referencial o conceptual define
la perspectiva desde la cual observaremos nuestro objeto y enmarca el problema
de investigación dentro de un conjunto de conocimientos más generales. Un mismo
fenómeno admite múltiples puntos de vista, de modo que nuestro trabajo debe dar
cuenta del enfoque que usaremos para delimitarlo, esto es: ¿desde qué ángulo de
visión observaremos?, ¿qué cara o aspecto particular destacaremos en el
análisis?, ¿qué puntos dejaremos fuera de nuestra mirada?
La elección de un marco teórico
impone una forma de aprehender el objeto de estudio. Instala, en nuestra
mirada, una visión del mundo, una posición epistemológica o una
postura cognitiva, que necesariamente sesga nuestra forma de observar y
analizar la realidad. Al definirlo, en todos los casos, limitamos nuestra forma
de pensar y, por añadidura, empobrecemos el objeto analizado. Con todo, a
efectos de mejorar nuestro trabajo de investigación, hemos de reconocer la
necesidad de insertarlo en un marco de observación.
Se asume que el esfuerzo intelectual
no puede dar genuinos resultados si no se incorpora a una perspectiva
preexistente. Puede darse el caso, sin embargo, de que un investigador
desarrolle un marco teórico original que constituya en sí mismo un nuevo modo
de comprensión de los fenómenos; pero incluso en ese supuesto, habrá detrás de
todo una tradición de pensamiento que sirva de sustento epistemológico para
cualquiera de sus afirmaciones.
El marco teórico impone sus
restricciones de observación y determina las posibilidades metodológicas que
serán utilizadas para abordar empíricamente el objeto recortado. En cada caso,
el investigador deberá familiarizarse con las perspectivas teóricas que
históricamente se utilizaron para el abordaje de su objeto de estudio. De ahí
que un análisis del estado de situación de la literatura existente redunde
siempre en un desarrollo teórico más rico y fecundo, o en la adopción de una
perspectiva teórica más rigurosa.
3. El diseño metodológico
El séptimo y último paso consiste en
la elección de una metodología, definida por un conjunto de etapas,
herramientas, métodos, procedimientos y técnicas de análisis, que deben
ajustarse al marco teórico definido y al arqueo bibliográfico realizado en el
estado del arte. La metodología debe presentar, entre otras cosas: el carácter
de su aproximación (cualitativo o cuantitativo), los mecanismos que se
utilizarán para agrupar la información, el modo en que se definirán las
unidades de registro, la explicación de los términos relevantes, el diseño
muestral construido para abordar la población de análisis y la forma en que se
recolectarán los datos. Pero, principalmente, debe dar cuenta de la validez y
adecuación de las técnicas seleccionadas para responder a la pregunta de
investigación, que no solo tendrán que ser pertinentes, sino también económicas
y eficaces para la correcta resolución del problema.
Dada su naturaleza, la metodología
atraviesa, de inicio a fin, todo el trabajo. Es decir que no se restringe al
apartado dedicado a hacer manifiesto el abordaje metodológico, sino que hace
referencia a una actitud general respecto del modo en que se generará el
conocimiento. Está compuesta por un conjunto de etapas de actuación que se
utilizarán para aplicar los conceptos teóricos, desarrollados en la estructura
lógica del trabajo, al objeto real tal como se presenta en el mundo. De ahí que
se pueda hablar, más propiamente, de un diseño metodológico.
El diseño metodológico debe definir,
en primer lugar, el carácter de su abordaje, que dice algo acerca de la
naturaleza de la información sometida a análisis. Un abordaje de carácter cuantitativo supone
que los datos pueden ser expresados por medio de valores numéricos. En una
investigación por encuestas o en un trabajo que aplica la técnica del análisis
de contenido, la realidad es abordada como si fuera medible por medio de
escalas cuantitativas. Una metodología cuantitativa hace hincapié en hallar
regularidades y patrones de presentación, lo cual supone que las variables (por
ejemplo, la edad, la altura, el peso, el salario, etc.) son comparables entre
diversos individuos y, por lo tanto, susceptibles de operacionalización y
análisis estadístico.
Una metodología con carácter cualitativo,
por el contrario, asume que los datos no pueden ser reducidos a números, razón
por la cual deben someterse a otra clase de enfoque. Aquí, la información
recabada se considera como inherentemente compleja, en tanto se hacen presentes
la subjetividad, el lenguaje y los modos de expresión que son propios del
sujeto u objeto investigado. Las variables analizadas ya no se representan a
través de números, sino por medio de caracteres alfabéticos, palabras,
oraciones o frases. El abordaje etnográfico, la semiótica, el análisis de texto
o de discurso, los grupos focales y el análisis de conversación, entre otros,
son ejemplos de metodologías cualitativas orientadas a comprender los datos a
partir del modo en que son expresados por quien los produce (un individuo, un
periódico, una institución, un medio audiovisual, etc.).[2]
Las metodologías con carácter mixto,
por último, articulan ambos abordajes. Una investigación cuali-cuantitativa podría
comenzar, por ejemplo, con un estudio etnográfico o unos grupos focales, de
corte cualitativo, orientados a recabar información relevante (emergentes y
pautas de conducta) que servirá como base para la segunda parte de la
investigación, de enfoque cuantitativo, a saber: la construcción de un
cuestionario de encuesta. Esta combinación de métodos suele ser provechosa, en
tanto que utiliza lo mejor de cada uno y evita sesgar, en este sentido, la
naturaleza intrínsecamente compleja de la realidad social estudiada.
Ahora bien, en el diseño
metodológico, además de definir el carácter con que se abordarán los datos,
debe hacerse explícito el modo en que se cumplirán los propósitos de la
investigación. Entre otros aspectos, en un trabajo de corte eminentemente
cuantitativo deberá definirse el sistema de categorías, el cuestionario,
el universo poblacional, los métodos muestrales,
el tamaño muestral y los mecanismos para la extracción de
una muestra, el planeamiento del trabajo de campo, la
codificación y procesamiento de una base de datos, el análisis
estadístico de los resultados y, por último, el cronograma de
trabajo.
3.1 El sistema de categorías
El primer paso en una investigación
orientada a analizar un universo poblacional mediante técnicas cuantitativas
radica en construir un sistema de categorías. Se trata del listado
ordenado de términos, conceptos y variables centrales del estudio, que serán el
punto de partida para abordar la población por medio de fichas de medición.
Para su construcción, los conceptos y proposiciones definidos en el marco
teórico deben transformarse en variables e indicadores, procedimiento deductivo
que se denomina operacionalización de conceptos teóricos (Lazarsfeld
1973, 35-46) y opera como fase intermedia entre la formulación teórica del
problema y la medición de las variables relevantes. Este proceso se concreta a
través de una serie de pasos relacionados: primero, descomponiendo los
conceptos teóricos en diversas dimensiones; segundo, seleccionando de cada
dimensión una serie de indicadores; tercero, sintetizando cada indicador
mediante la elaboración de índices (Krippendorff 1990).
El sistema de categorías está en la
base de la herramienta de medición que usaremos para acercarnos al objeto. En
este sentido, su determinación exhaustiva es un aspecto clave del diseño. El
esfuerzo de un trabajo de esta clase debe concentrarse precisamente en la codificación,
esto es, en el proceso en virtud del cual las características relevantes de un
objeto son transformadas en unidades de registro [3], que serán insertadas, colocadas o
encasilladas en categorías. Las categorías y subcategorías de un sistema
categorial deben cumplir con los siguientes requisitos: de un lado, ser exhaustivas,
esto es, abarcar todas las unidades de registro posibles; de otro, ser mutuamente
excluyentes, es decir, establecer distinciones entre las unidades de
análisis, evitando que una misma unidad pueda pertenecer a dos casilleros al
mismo tiempo.
La correcta determinación y
jerarquización del sistema de categorías redunda en una ficha de medición
válida y fiable.[4]
Por ejemplo, si en nuestra
investigación reconociéramos como central el concepto de éxito
profesional, deberíamos imaginar de qué forma podemos medir esta noción
teórica. El éxito profesional es una entidad imaginaria que no puede asumir
valores y, por lo tanto, no podemos mensurar. Es necesario operacionalizar el
concepto a través de sus manifestaciones concretas en la realidad. Así, podrá
definirse el concepto teórico a partir de categorías, entre otras:
el dinero, el poder, el reconocimiento, la educación, la felicidad, etc. Cada
una de estas categorías abre una dimensión del concepto y, de esta forma, nos
permite medirlo. A su vez, se pueden elaborar indicadores de
estas dimensiones, que son la base de las preguntas que formularemos en el
cuestionario, a saber: ‘tener un buen sueldo’, ‘ser reconocido/a’, ‘estar
conforme con el trabajo’, ‘tener un importante cargo laboral’, ‘obtener títulos
de estudio’, etc. Los índices, por último, constituyen la escala de
valores que podemos asignar a estos indicadores. La tabla 1 presenta
la descomposición en dimensiones e indicadores de este concepto teórico.

Tabla 1. Modelo
de sistema categorial que descompone conceptos en dimensiones
e indicadores.
3.2 El diseño del cuestionario
El cuestionario es el correlato
visible, en forma de plantilla estructurada, del sistema de categorías
definido. Las dimensiones e indicadores del sistema se cristalizan en la forma
de preguntas de formulario (variables), cada una de las cuales contiene
opciones de respuesta (valores). Un sujeto encuestado, al dar una respuesta,
asigna un valor a una variable. Por ejemplo, para medir la dimensión ‘Dinero’,
en base al indicador ‘Tener un buen sueldo’, podríamos plantear la siguiente
pregunta, que presenta una serie de índices o escalas de medición (figura 4):
Figura 4. Modelo
de pregunta de cuestionario con escala de respuestas.
Otra alternativa para indagar acerca
del concepto de éxito profesional, podría consistir en listar una serie de
indicadores, de forma que el encuestado seleccione aquellos que considera lo
definen de mejor modo (figura 5).
Figura 5. Modelo
de pregunta de cuestionario con listado de respuestas no excluyentes.
Las preguntas en un cuestionario
pueden ser abiertas, y admitir respuestas no codificadas (textos,
frases y modos de expresión del sujeto), o cerradas, y ser
susceptibles de clasificación en un listado acotado de opciones fijadas de
antemano. En trabajos por encuestas, es conveniente orientar las preguntas para
su medición cuantitativa y limitar, por consiguiente, el espectro de los
valores que pueden asumir. Las opciones de una pregunta cerrada pueden ser
múltiples o dicotómicas. Estas últimas contienen solo dos valores excluyentes
entre sí (i.e., sexo femenino o masculino); las respuestas con opción
múltiple, por el contrario, pueden ser tanto excluyentes (admiten
la selección de una sola alternativa) como no excluyentes (permiten
elegir más de una opción). En respuestas múltiples, las opciones pueden ser
mencionadas en voz alta por el encuestador, que ofrece al encuestado, de forma
previa a su intervención, el listado exhaustivo de casilleros posibles, o ser
omitidas, en cuyo caso el respondente deberá nombrarlas de forma espontánea, y
será luego tarea del codificador ingresarlas en las opciones viables.
Debe prestarse especial atención en
la redacción de las preguntas y de sus opciones en forma de respuesta. Una
pregunta ambigua puede ser percibida de manera diferente por dos encuestados
distintos; e incluso si se comprendiera de igual modo, las escalas asignadas a
sus respuestas (supongamos, una escala de satisfacción) podrán ser
interpretadas de manera subjetiva, dando lugar a que las respuestas no puedan
ser comparables entre diversos sujetos.
Por último, debe revisarse el flujo
del cuestionario, que consiste en controlar, primero, los saltos de preguntas,
es decir, la omisión de ciertos interrogantes en función del tipo de respuestas
dadas a preguntas previas; y, segundo, los patrones de respuesta, en tanto que
una serie de preguntas con mismas escalas de codificación puede generar agobio
en el sujeto encuestado, que terminará por dar idénticas respuestas en casi
todos los puntos (Padua 1996, 82-85).
3.3 La definición del universo
De modo paralelo al desarrollo del
cuestionario, es necesario delimitar el universo de análisis, esto es, la
población de documentos o individuos que será sometida a estudio. La definición
del universo poblacional es un aspecto central del diseño metodológico.
Debe ajustarse a los objetivos y al
problema de la investigación, y, a su vez, ser una derivación del objeto de
estudio. La formulación del universo debe ser precisa y exacta, de modo tal de
incluir a todo individuo de interés y de excluir a todo aquel que no lo sea. En
la definición del universo, deben también precisarse las unidades de
registro o unidades de análisis que constituyen las
porciones mínimas del universo recortado que contienen información
significativa para el análisis.
3.4 El diseño muestral
Dada la limitación inherente a la
tarea de investigación respecto de los recursos de trabajo (económicos,
humanos, tecnológicos, etc.), caeremos rápidamente en la cuenta de que no
podemos censar al universo y decidiremos, por lo tanto, extraer un pequeño
grupo, esto es, una muestra. Una muestra es un subconjunto de
individuos, tomado del total de la población, que es sometido, como en un
laboratorio, a nuestros mecanismos de medición. La muestra, por su propia
naturaleza, es artificial: se aleja, necesariamente, del mundo real del que fue
tomada. Con todo, existen estrategias de muestreo que ayudan a minimizar esta
diferencia.
A fin de que podamos inferir
conclusiones que vayan de la muestra al universo, el segmento muestral que
tomemos deberá ser representativo, en la mayor medida posible, de
la población de la cual se extrajo. En caso contrario, nuestros resultados
aplicarán solamente a los individuos encuestados. Para que una muestra
sea estadísticamente representativa, debe asegurarse,
en primer término, que las unidades muestrales tengan equiprobabilidad [5] de ser seleccionadas respecto
de aquellas que quedaron fuera de la muestra. Para realizar dicha selección,
que debe ser necesariamente probabilística[6], se deben tener en cuenta las
características de la población general y el tipo de inferencia que desea
realizarse, partiendo de la muestra, al universo como un todo (Cea D’Ancona
1999).
Para abordar el universo poblacional
de forma representativa, es decir, para extraer de él una muestra que asegure
equiprobabilidad en la extracción de las unidades de análisis, contamos con dos
métodos principales:
Muestreo aleatorio simple: consiste en construir una
lista exhaustiva de todas las unidades del universo y en seleccionar de ella,
por medio del azar, una cantidad fija de individuos. En tanto que cada
extracción se realiza a partir de la serie de todos los casos posibles, cada
elemento en la población tiene la misma probabilidad de ser seleccionado.
Muestreo aleatorio estratificado: se trata de dividir a la
población en grupos, llamados estratos, que son homogéneos entre sí y
heterogéneos respecto del resto del universo en cuanto a ciertas variables
duras. Los elementos son seleccionados al interior de cada estrato por medio de
un muestreo aleatorio simple. En este proceso, debe asegurarse que la muestra
extraída contenga, proporcionalmente, los mismos estratos observados en la
población.
Por lo general, si se realiza un
abordaje de tipo probabilístico, se suele preferir el muestreo
aleatorio estratificado; el muestreo aleatorio simple supondría que
contamos con el listado de nombres y apellidos de todos los individuos que
componen el universo. Un muestreo estratificado, por el contrario, no requiere
de tal información y se orienta a tomar un subconjunto organizado por estratos
de clasificación. Esto implica que la extracción de los individuos debe
constituir una muestra, de forma tal de que el tamaño de sus estratos sea
proporcional, en cantidad de elementos, al tamaño de los estratos
poblacionales.
3.5. La estimación del tamaño
muestral
Un problema importante en cualquier
proceso de muestreo radica en la definición del tamaño de la muestra, esto es,
la cantidad mínima de unidades de análisis que es necesario extraer para
asegurar la representatividad. El tamaño óptimo se desprende de los parámetros
del universo; cosa que, por supuesto, casi siempre se desconoce. Medido en
cantidad de individuos, debe ser suficiente en principio como para permitirnos
realizar inferencias al universo estudiado. Si tomáramos solo
10 casos, existirá una enorme posibilidad de que no representen al total, en
tanto que la probabilidad de que esos 10 individuos no piensen del mismo modo o
no tengan las mismas características de perfil que el resto del universo es
enormemente alta. Tomando pocos casos, pues, obtendríamos una muestra sesgada.
La dimensión de la muestra debe
calcularse de modo de alcanzar un nivel de confianza aceptable.
El nivel o intervalo de confianza es la probabilidad de que las estimaciones
que haremos para las medidas de las variables de la muestra (los llamados estadísticos
muestrales) se ajusten a las medidas reales de la población de estudio
(conocidos como parámetros universales). Es decir, el intervalo de
confianza indica hasta qué punto podremos inferir lo observado en la muestra al
conjunto del universo.
Cuanto más nos acerquemos al tamaño
universal o cuanto mejor tomemos los individuos de la muestra, nuestro nivel de
confianza tenderá a cero, es decir que la probabilidad de que la muestra que
tomemos sea sesgada será casi nula y, por consiguiente, podremos decir cosas
acerca de la población con un fundamento estadístico. En el siguiente gráfico (gráfico
1), se visualiza la diferencia que puede existir entre el promedio de la
muestra y la media del universo si la extracción muestral no se realiza
correctamente.
Gráfico
1. Diferencias entre el promedio de una muestra sesgada y
la media del universo poblacional.
3.6 El trabajo de campo
En una investigación con muestra
probabilística estratificada, el plan de muestreo se orienta a coordinar el
trabajo de campo de forma tal de que se asegure, sobre todo, la
equiprobabilidad en la selección al interior de cada estrato: cualquier
individuo del universo estratificado debe poder ser, potencialmente y con el
mismo peso relativo, una unidad de la muestra. Pese a estas consideraciones,
podrá ocurrir que, por errores de coordinación, la muestra construida termine
siendo diferente, en cuanto a su división por estratos, de la población total.
En ese caso, deberá recurrirse a mecanismos de ponderación [7], a fin de asignar menor peso a
ciertos estratos sobredimensionados y de acercarlos, así, al peso verdadero que
tienen en el mundo real.
Al comenzar el trabajo de campo, los
encuestadores abordan a las unidades de análisis a fin de encuestarlas en
determinadas situaciones de entrevista. El abordaje se puede realizar de
diversas maneras, por ejemplo, ubicando a los interrogadores en ciertos puntos
de la locación designada como escenario de campo. Es importante, en este
sentido, la correcta distribución geográfica y temporal de los individuos
encargados del trabajo de campo a fin de asegurar, nuevamente, la
equiprobabilidad en el muestreo.
3.7 La codificación del cuestionario
La información recabada por medio
del trabajo de campo debe registrarse, en la etapa de data entry (ingreso
de datos), en una base de datos estructurada. El beneficio de este vaciamiento
radica en que la estructura tabular permite el análisis estadístico, tanto a lo
largo de una misma variable como en la relación que se establece entre algunas
de ellas. Para ello, debe realizarse, como primer paso, una codificación de las
variables y categorías presentes en la ficha de medición.
La codificación radica en asignar un
número a cada valor. Por ejemplo, para la variable estado civil, se
pueden definir los siguientes valores numéricos:
1 = ‘Soltero/a’
2 = ‘Casado/a’
3 = ‘Divorciado/a’
4 = ‘Viudo/a’
En este caso, no existen valores
perdidos; pero para otras variables deben contemplarse los valores en los que
hay ausencia de dato, que se codifican automáticamente con un número alto,
alejado de los números de los valores existentes. Es importante, en este
sentido, distinguir los valores nulos (null values), en los que el dato
es igual a cero, de los valores perdidos (missing values), en los que
hay ausencia de dato (el sujeto no respondió a la pregunta o el encuestador no
la cargó correctamente). Esta distinción la realiza el programa de gestión
estadística de forma automática a través del proceso de codificación, pero debe
tenerse siempre presente en la tarea de análisis posterior.
La codificación del cuestionario
requiere del uso de una herramienta automática de gestión de datos. Puede
realizarse de forma manual y en papel, pero actualmente se considera
innecesario tal esfuerzo. Se suele recurrir, así, a un software de análisis
estadístico (i.e., SPSS, SAS e
incluso Excel) que permite construir una base de datos compuesta
por tantas tablas como formularios existan. Cada tabla de la base contiene,
como en una planilla de cálculo de doble entrada, columnas (variables /
preguntas) y filas (individuos / unidades).
La construcción de la base da lugar
a un matriz de datos, de n variables por n individuos,
que tendrá la siguiente estructura (tabla 2):
Tabla 2. Matriz
de una base de datos.
En la celda V1/I1, que vincula la
fila del individuo 1 y la columna de la variable 1,
deberá registrarse, en la etapa de data entry, la respuesta dada
por dicho individuo a la primera variable identificada en el cuestionario; por
extensión, la celda Vn/In registrará la respuesta dada por el individuo n a
la variable n. De este modo, se construye una base de datos que
contendrá, en una sola planilla de cálculo, el total de los valores asignados a
todas las variables por todas las unidades muestrales.
3.8 El procesamiento de la base de
datos
Una vez construida, la base debe
adaptarse para su correcto uso en programas de gestión estadística. Su
adaptación consiste en la revisión detallada de los tipos y medidas de cada
variable, es decir, de cada pregunta del cuestionario, a fin de controlar su
conversión de un lenguaje a otro. Cada variable se define en la base de datos
de acuerdo a un tipo (numérico, cadena, fecha, etc.) y a
una medida (escalar, nominal, ordinal, etc.). Estas definiciones
imponen restricciones a la clase de análisis a la que podrán someterse y
definen el método estadístico válido para su representación (tablas de
contingencia, tests paramétricos o no paramétricos, pruebas T de Student,
regresiones logísticas o regresiones numéricas, etc.).[8]
A su vez, se opera en esta etapa
la recodificación de las variables cualitativas abiertas en
variables categóricas codificadas. Una pregunta abierta puede expresarse a
través de diversas clases de respuestas, a veces en la forma de textos que
respetan, literalmente, los modos de expresión del sujeto encuestado. Para el
análisis, es necesario recodificarlas y asignar a cada valor recurrente una
categoría cerrada. De este modo, se evitan errores comunes, como los de
considerar que ‘gerente de producto’, ‘gerente de productos’ y ‘gte. de
producto’, son categorías diferentes.
Con la base correctamente revisada
en cuanto a los tipos y medidas, a la recodificación numérica de cada variable y
la identificación de los valores perdidos y valores nulos, se procede al
análisis estadístico propiamente dicho. Estos procedimientos de control
aseguran la validez de los datos que se someten a análisis y están, por lo
tanto, directamente vinculados con la calidad de los resultados de la
investigación.
3.9 El análisis estadístico
El uso de herramientas y métodos
estadísticos para el análisis de los datos debe tener siempre como objetivo, en
primer término, la descripción de cada variable de forma individual (estadística
descriptiva) y, en segundo lugar, la búsqueda de relaciones significativas
entre dos o más variables (estadística inferencial). El análisis
descriptivo, en todos los casos, debe realizarse con anterioridad al
inferencial, en tanto que permite detectar las distribuciones de los datos que
luego serán sometidos a análisis relacional. En la estadística descriptiva se
busca realizar una descripción de las puntuaciones sostenidas para cada
variable por medio de distribuciones de frecuencia de acuerdo a medidas de
tendencia central (media, mediana, etc.) y a medidas de dispersión (desvío
estándar, varianza, etc.).
La estadística inferencial, por su
lado, se ocupa de medir la frecuencia de coocurrencias de los valores de una
variable y los valores de otra, para lo cual se utilizan normalmente tablas
de contingencia que permiten detectar la dependencia o la
independencia entre variables y categorías, fijando en cada caso relaciones de
determinación, asociación, equivalencia, oposición, exclusión, proximidad,
simultaneidad, secuencialidad u orden, entre otras (Piñuel Raigada 1995). En
los abordajes inferenciales, lo que se busca es detectar los efectos de
relación entre una variable independiente y una variable dependiente (métodos
univariables), o entre dos o más variables independientes y una variable
dependiente (métodos multivariables) [9]. Así, en el análisis de
inferencias, se buscan relaciones relevantes entre variables, intentado hallar
en cada caso su significación estadística (que dice algo
acerca de la fuerza de la relación en términos puramente estadísticos) y, quizá
más importante, su significación ecológica (que dice algo
acerca de la importancia práctica e intuitiva que tiene dicha relación).
3.10 El cronograma de trabajo
El último paso de un diseño
metodológico consiste en la elaboración de un cronograma de trabajo, que debe
ser una presentación esquemática y gráfica de las principales actividades
realizadas, tanto en la construcción de la estructura lógica como en el diseño
metodológico, y que permite comparar las fechas proyectadas en el diseño del
proyecto o anteproyecto con las fechas efectivamente cumplidas durante su
realización. El sentido del cronograma no radica únicamente en mostrar las
etapas del trabajo, sino en servir de guía de control para su correcto
cumplimiento.
Existen diversas maneras de
presentar un cronograma. Puede plantearse en forma de tabla de doble entrada,
organizada por etapas de trabajo (tabla 3).
Tabla 3. Modelo
de cronograma por etapas.
O por medio de tabla ordenada según
una línea temporal (tabla 4).
Tabla 4. Modelo
de cronograma por línea de tiempo.
4. La presentación de resultados
Cuando se han definido los
componentes de la estructura lógica y se han elaborado y
llevado a cabo todos los pasos del diseño metodológico de
acuerdo al cronograma pautado, deben presentarse los principales resultados
obtenidos, que asumirán la forma de un informe de investigación. Un
informe es un documento formal de moderada extensión (no más de 80 o 100
páginas) que pauta, de manera ordenada, los procedimientos utilizados en cada
etapa del esfuerzo realizado y que presenta, de forma clara y precisa, las
principales conclusiones a las cuales se han podido arribar. Es un texto
extenso, pero redactado con estilo sintético, que detalla el diseño utilizado
para la demostración de la hipótesis y los principales resultados alcanzados durante
el proceso, exhibidos en forma de gráficos, tablas, cuadros y descripciones.
Debe pensarse, primeramente, en el
destinatario al que va dirigido el trabajo, de modo de hacer énfasis en
aquellos puntos que gozan de especial interés para el público objetivo y de
omitir aquellos que podrían resultar innecesarios. Los principales resultados
deben estar expresados de tal modo que puedan extraerse de ellos unas conductas
de acción. Es decir, ha de tenerse en cuenta que podrán servir a modo de
diagnóstico de una situación, ofreciendo a este respecto posibles soluciones de
actuación.
Por último, el trabajo debe cerrar
con unas reflexiones generales, propuestas por el mismo investigador, que se
puedan extraer, como corolarios, de los frutos obtenidos durante la
investigación. En este sentido, debe incorporarse una propuesta final que
establezca nuevos interrogantes y problemáticas que nacen del esfuerzo
realizado y que pueda dar lugar, por consiguiente, a nuevos caminos de
investigación.
5. Referencias
[1] Es necesario tener en cuenta
el carácter sesgado de todo objeto de estudio. Cuando se recorta un objeto, se
dejan cosas de lado, de modo que lo analizado será siempre pobre en relación
con el conjunto del cual se extrajo. Asimismo, como resultado de este recorte,
que es siempre arbitrario y motivado, se construye un mundo artificial, que se
aleja de sus condiciones naturales de existencia. De ahí que muchas de las
variables que operaban en éste en circunstancias reales dejarán de funcionar en
su reproducción experimental o teorética.
[WU1]se declara la existencia de un problema;
segundo, que la solución a dicho problema no
se conoce y es relevante conocerla;
último, que el trabajo propuesto podrá echar
luz en la búsqueda de tal solución